4 de octubre de 2009

Receso

Receso

-porque me envías a un niño, yo no trabajo con niños.

Esta hermosa mujer que me mira molesta es una reconocida psicóloga, no se dejen engañar por esos ojos azules, o su rubia cabellera, o el hecho de que vista más como supermodelo que como terapeuta.

-por que el niño está bien

Ella se sienta a mi lado me mira como tomó de mi café. La madre es el problema de ese niño, trabaja todo el tiempo y nunca tuvo interés en tener un hijo, solo quedó embarazada por error, o al menos eso cree, el padre es piloto, así que es probable que tenga una familia en cada puerto, viaja continuamente y ella trabaja todo el día, los abuelos cuidan al niño, ella no lo soporta y por eso cree que tiene un problema, porque el niño es niño y no el robot que ella quiere.

-entonces la madre es el problema, y que voy a hacer con el niño en mi consultorio

Dice resignándose a que verá el paciente, confía en mi juicio clínico, de hecho lo envidia, por eso no se opondrá a mi decisión.

-no lo sé, ingéniatelas.

Le digo con mi tono altanero mientras me levanto de esa mesa en la azotea para regresar a mi oficina, este ya no será un lugar tranquilo, pronto se llenará de psicólogos, trabajadores y pedagogos platicando de sus vidas, o del último chisme de moda, a mi no me gusta participar en ese circo y todos lo saben.

-te odio sabes

Me dice cuando voy cerrando la puerta, tal vez lo más irónico es que es con quien más hablo en este lugar. Los miércoles son tranquilos salvo en ocasiones como esta, generalmente me la paso leyendo, haciendo trabajo de oficina, planeando cursos, revisando las investigaciones, leyendo expedientes, me sumerjo en el mundo de la psicología y no me ocupo de nada más, bueno en ocasiones también checo la contabilidad de la clínica, no está de más ver cómo van las finanzas.

-Ahí estas, los practicantes te buscan.

Otra mujer, no es de sorprenderse más del ochenta por ciento de la gente que estudia psicología, pedagogía o carreras afines son mujeres, así que el hecho de que solo halla en la clínica tres hombres no es sorpresa, ella es la directora de proyectos, mi jefa si yo no fuera yo.

-diles que los veré en cinco, no diez minutos en la sala de juntas

Me mira con sus grises ojos, sabe que tengo tantos rasgos obsesivos que si digo que en diez minutos, estaré ahí en diez minutos, hablaríamos más, de hecho seriamos buenos amigos, si no fuera porque ambos somos aprensivos con el trabajo, el trabajo es nuestra vida, bueno ella tiene también su prometido, y como no tener a alguien siendo así de hermosa, una musa griega de ojos enigmáticos y cabellos negros como las sombras, un gesto más y desaparece con folders entre sus manos, mientras yo entro a mi consultorio con un nuevo café bien cargado.

-Etapa del desarrollo cognoscitivo que atraviesan los adolescentes según Piaget.

Si este montón de niños con aspiraciones de psicólogo no me contesta esa simple pregunta y deja de verme como si hablara en algún idioma extraño, creo que estoy perdiendo el tiempo. Bueno debería ser condescendiente con ellos después de todo yo a su edad y a su nivel tampoco sabía mucho, al menos no tanto como se ahora, tal vez si más que ellos, sobre todo con mis hermosos maestros que eran tan gentiles como yo.

-jóvenes tienen…

Cuantos segundos debería darles, no debo ser muy exigente si se quejan con la bella Flaira tendré que pasar unos cinco minutos justificando mi crueldad, y no me gusta perder el tiempo.

-dos horas para preparar una presentación sobre adolescencia, explicando cambios físicos, cognoscitivos, psicológicos y sociales de los adolescentes, pídanle a la Licenciada Cicerón las llaves de la biblioteca.

Ni una palabra más, saben que hablo en serio, no hay tiempo que perder, tomo una vez más mi café y me dispongo a ir a mi consultorio a disfrutar de mis dos horas de amena lectura.

-se supone que tienes que enseñarles tú.

Que lo primero que veas al salir de la sala de juntas, donde has mandado a hacer tu trabajo a los estudiantes o practicantes, o como quieras llamarles, sea la directora de proyectos no es buena señal.

-el conocimiento está en los libros que los busquen, yo solo les confirmo que estén en lo correcto.

Me mira molesta, con sus grises y penetrantes ojos, sonrío, sonríe, ellos toman las llaves de su mano y corren detrás de ella rumbo a la biblioteca, saben que ella les ha conseguido un poco más de tiempo y a mí me ha quitado tiempo de lectura y tranquilidad. Camina con paso seguro y ambos quedamos recluidos en la sala de juntas, la sala de pisos de madera, paredes color rojo oscuro, y luz tenue luce acogedora, ella me ve.

-si no quieres tratar con las personas deberías buscar otra profesión.

Dice con su gentil voz, yo miro el reloj negro y plateado sobre la pared, en un par de horas será medio día, ella saldrá a merendar y yo tendré que estar aquí con los practicantes, demostrando mi inteligencia y mostrando su ignorancia, pero ahora tengo que escucharla y claro contestarle.

-amo mi profesión, lo que no soporto es la ignorancia

Mi sonrisa altanera se dibuja en mis labios, ella me mira sonriente, lanzara una estocada, una directa como ella sabe darlas, golpeará mi Narciso y yo fingiré que no lo logra ni siquiera rozarlo, es un juego donde ambos nos hacemos daño y nos ayudamos al mismo tiempo, ya que la verdad no peca pero incomoda.

-será a caso que te refleja tu propia ignorancia, tu falta

Sonrío para mí, y en secreto para ella, le miro y me sonríe, me levantó y camino hacia ella, claro que la última palabra es mía, una estocada final, le miro a sus ojos, y me acerco.

-y que hay de la tuya, que hay de tu falta

Me acerco tanto a ella al pasar a su lado que podemos oler el suave aroma de nuestras respiraciones, ella huele a rosas, yo a fresca briza, lo respiramos profundamente y salgo mal herido dejándola ella desangrándose en esa habitación, ninguno de los dos falló, ninguno ganó, ninguno perdió.

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