29 de mayo de 2010

Otra Historia Equis

Otra Historia Equis
Por: Railer Pendragon

La historia de cuatro chicos con vidas tan normales como extrañas, personalidades tan dispares que sin embargo conviven en un mismo lugar y en un mismo momento.


Personajes Principales

Rojo:
Un chico algo distraído, le gustan las artes, aun que es psicólogo, se graduó con honores, es un genio, pero su poca atención, hace que parezca todo lo contrario, no se preocupa mucho por la vida y tiende a ver el lado amable de todo

Negro:
El mejor amigo de Rojo, pasan mucho tiempo juntos, es cruel, malvado y algo despiadado, es un Casanova que no pierde el tiempo para conquistar a una chica, sin embargo tiene un gran secreto, en fin es trabajador, muy duro de roer, aun que en el fondo se preocupa demasiado por Rojo.

Azul:
El chico nuevo, es como un niño en el cuerpo de un adulto, estudia diseño, es muy sentimental, pero es una buena persona, lo cual lo lleva a ser algo ingenuo y confiado, lo cual lo mete en muchos problemas, ya que el mundo no está bello como él cree.

Morado:
Un chico depresivo en exceso, aprensivo con las cosas, le gusta estar solo, es amargado y algo agresivo, no duda en golpear a quien se mete con él, estudió filosofía, es hijo de una familia acaudalada, vive con Rojo y no se dedica a nada salvo a escribir un libro que espera algún día publicar.


Episodio I: Conociéndonos.

El sonido del despertador llena la habitación, aun así el dueño del aparato no da ni señales de vida, mientras su compañero de habitación mira el aparato desde su cama, sus ojos violeta se cierran en aquella máquina que no deja de sonar con sus agudos y molestos ruidos, después de llevar escuchándolo un par de segundos más estira su mano lo toma y lo avienta por la ventana que está de su lado derecho, el aparato se impacta contra el suelo después de caer los cuatro pisos, quedando en un vil recuerdo, pero permitiendo que la calma regrese a la habitación, el de ojos violetas se voltea y se cubre con las cobijas quedándose rápidamente dormido.

-Otra vez llegará tarde el Idiota.

Negro mira el escritorio frente a la puerta de su oficina que permanece vacío, el joven se ve sumamente elegante en su traje color oscuro y su camisa blanca como la nieve, mira aquella silla vacía y después el reloj de su celular, son las ocho cuarenta y cinco, eso quiere decir que Rojo llegará sumamente retrasado.

-¿Dónde es el departamento?

Un chico está parado en medio de la calle con mochila al hombro, sus ojos miran al cielo, unos hermosos ojos del mismo color del cielo, el chico mira a su alrededor, buscando algún letrero o indicación que le dé una idea de en donde está, pero todo es inútil, por más que busca no logra encontrar nada, agacha la mirada y sus hermosos ojos quedan cubiertos por sus cabellos azul oscuro.

-Demonios es tardísimo.

Dice un pelirrojo al levantarse y ver la hora en su celular, al buscar el despertador y no encontrarlo, solo le queda ver a su compañero quien duerme apaciblemente, no es difícil adivinar que ha pasado, la ventana abierta y el silencio lo dicen todo, una mirada de desprecio y el regaño que empieza a producirse en su mente, listo para salir y perturbar el sueño del durmiente, pero en eso el celular en su mano empieza a sonar.

-demonios es tarde

Rojo contesta mientras se levante y corre al baño para alistarse a la velocidad del rayo.

-¿dónde demonios estás?, olvídalo, ven aquí inmediatamente, tenemos junta en diez minutos, trae la presentación y por amor de dios ponte una camisa.

La llamada es rápida, el pelirrojo no ha tenido ni siquiera que contestar a su interlocutor, Negro se escucha preocupado y es que desde que acepto que Morado viviera con él siempre se le hace tarde, pero tampoco podía dejarlo solo, no después de lo que pasó la última vez, Rojo sale corriendo del baño con la cara mal lavada, los cabellos medio arreglados y aun en ropa interior, toma un par de prendas en el camino y mientras cierra la puerta del departamento se coloca la camisa y toma su mochila.

-en verdad necesito un GPS...

Azul el chico de ojos turquesa mira aun el suelo mientras lagrimas caen de sus ojos, sin ver que está a punto de ser impactado por un chico que lleva una hogaza de pan aferrada en sus dientes, un pantalón en su mano derecha, una camisa mal puesta, y una mochila en la mano izquierda, el choque es imposible de detener, ninguno de los dos estaba pendiente de su alrededor, las mochilas vuelan por los aires, el pan queda pegado a la mejilla del de cabello azules, y ambos se soban la cabeza tras del golpe.

-perdón, no te vi

Dice el pelirrojo poniéndose de pie rápidamente, tomando la mochila, empezando a colocarse el pantalón y sin ni siquiera dirigir la mira a con quien ha chocado.

-lo siento, pero llevo prisa

Se excusa el chico, azul solo lo ve como lo más extraño que le ha pasado en la vida, sobre todo porque el pelirrojo lleva su mochila y le deja la suya, pero por más que trata de detenerlo a gritos el otro no hace caso, y aun que intenta darle alcance solo ve como Rojo sube a un taxi y se aleja a toda velocidad.

-que extraño chico

Dice el joven derrotado y dándose cuenta de que ha perdido su ropa a manos de un extraño, Rojo en el Taxi termina de arreglarse, de acodar sus cabellos, de limpiar su rostro, de arreglar su camisa y se da la oportunidad de suspirar mientras piensa en la presentación que le espera.

El olor del café llega a su nariz, ese dulce aroma de los campos del golfo, aquel brebaje es lo único que le gusta que lo despierta y a lo único con lo que sonríe, sus cabellos morados cubres su frente y parte de su ojo derecho, su cuerpo es tan delgado que si bajara un poco más de peso seguramente desaparecería.

-te amo

Se declara el chico a su taza de café, después le da un trago a aquel oscuro liquido y siente como sus papilas gustativas reaccionan al cálido pero delicioso brebaje, el aroma llena su mente y el sabor le despeja de lo último de los sueños, pero su entrega sensorial a aquella simple acción se ve suspendida por el ruido del timbre de la puerta.

-Estúpido Rojo olvido de nuevo las llaves

Se dice a sí mismo, recordando que vive con la persona más distraída del mundo, camina al intercomunicador y sin contestar presiona el botón para abrir la puerta del edificio, la presiona por el tiempo suficiente para que logre entrar sin problemas, después con taza en mano va caminando hasta la puerta de entrada del departamento, lo hace lento, dando pequeños sorbos a su café, tomándose su tiempo, para que justo cuando estén frente a la puerta abrirla suavemente.

-¿qué se te olvido ahora?

Dice morado sin ver al chico parado frente a la puerta, se hace a un lado para que el otro pase a tomar aquello que necesita, pero se extraña cuando aquel joven se queda parado, sin moverse, entonces levante la vista y se topa con esos ojos azul turquesa que reflejan pureza absoluta.

-y tú ¿quién eres?

Agrega al ver que no es Rojo quien está frente a él, si no un chico de cabellos azul oscuro y mejillas enrojecidas, tal vez por el hecho de que Morado no lleva prenda alguna más que un par de vendas en sus muñecas, de ahí en fuera su delgado cuerpo está totalmente al natural.

-so... so... soy Azul, choqueconalguienhaceunosmomentosytraíaestamochilaquetienesudirección.

Dice el joven lo más rápido que puede tratando de calmar su vergüenza por ver al otro desnudo, pero Morado no logra entender ni una sola palabra.

-disculpa

Cuestiona morado mirando al apenado frente a él, y Azul mira al techo, entonces el otro entiende la causa principal de que el joven hable rápido y esté tan nervioso.

-ah... cierto, pasa

Dice Morado como si nada, mientras da media vuelta y camina hacia la habitación dejando al otro más confundido que nada, sobre todo porque el chico en traje de Adán se mueve con total calma.

-que pases y cierra la puerta

Agrega Morado al escuchar que el otro no se ha movido ni un centímetro, Azul de inmediato hace lo que se le indica y ve como el otro desaparece tras la puerta de la habitación, para regresar cubierto por un bóxer negro que para ser sinceros no cubre mucho su desnudes pero al menos ya es algo.

-ahora con calma dime que paso.

Morado se sienta en la pequeña sala del departamento, indicándole al de turquesas ojos que haga lo mismo.

-¡demonios!, ¡está no es mi mochila!

Rojo se da cuenta de que la mochila que ha llevado hasta la oficina de Negro no es la suya.

-entonces no traes la presentación, si serás idiota

Negro se nota obviamente molesto, mientras el pelirrojo no puede pensar en otra cosa, más que su mochila está en manos de un desconocido, con su computadora, sus apuntes y otras cosas en ella, entre esas su cartera.

-no puede ser he perdido todo

Dice casi llorando, pero a Negro no parece preocuparle, el elegante joven pasa al lado del pelirrojo y se dirige al escritorio para sacar del cajón una pequeña memoria.

-suerte que siempre estoy preparado para tus estupideces

Los insultos ya no hacen efecto en el pelirrojo quien conoce a su compañero de trabajo y que sabe que sin importar cuánto le insulte en el fondo lo quiere.

-perdí mi compu, mi compu, mi vida entera va en esa computadora.

El pelirrojo sigue enfrentando su perdida, mientras el negro solo lo toma del cuello de la camisa y prácticamente lo arrastra hasta la sala de juntas, donde el pelirrojo permanece de pie mientras el otro hace una presentación excelsa.

-ya veo, Rojo choco contigo y se llevo tu mochila, si será menso el pelirrojo

Morado sonríe ante la situación, Rojo se ha llevado la mochila de un desconocido que al parecer ni siquiera era mínimamente semejante a la suya, lo peor para Azul es que en ella llevaba sus llaves y objetos personales.

-entonces gracias a que venía la cartera de Rojo pudiste llegar aquí para poderlo localizar.

Azul mueve la cabeza afirmativamente.

-si, al parecer vivo en el edificio de enfrente, me acabo de mudar, pero ahora no tengo llave

La voz de azul es muy tierna, a tal punto que casi logra provocar una sonrisa en el inmutable Morado, el chico termina su café de un sorbo, Azul suspira.

-Pues tendrás que esperarte a que vuelva, ha dejado olvidado el celular y no me sé el teléfono de su trabajo

El chico de ojos turquesa baja la mirada al escuchar esas palabras.

-piensa rápido

Morado avienta el control remoto al chico mientras se pone de pie y va hacia la habitación desapareciendo, Azul se queda extrañado, pero después escucha el ruido del agua cayendo en el baño, al parecer el otro continua con su rutina sin importarle que él esté ahí, pero a fin de cuentas no hay más que hacer.

2 de mayo de 2010

AQMP: Capitulo 2 Recuerdos

Capitulo 2
Recuerdos

Fue hace tanto tiempo que la humanidad ha olvidado cómo fue realmente, a ellos les gusta contar historias donde yo soy el malo, después de todo la luz siempre ha segado sus corazones y ellos prefieren la serenidad de la noche.

-Irás a verlo Lux

Me cuestionó mi hermano una semana antes del gran acontecimiento, lo mire, no solo iría, si no que marcaría el camino para todo aquel que quisiera llegar, la estrella de la noche estaría presente en aquel nacimiento, después de todo cada cuando Dios baja a caminar entre los hombres. Era una noche cálida de verano, aun en el desierto el aire no se enfriaba como de costumbre, las arenas estaban quietas, tal vez por cientos de seres que nos dábamos cita ahí esa noche, algunos se vistieron de humanos, otros de animales, otros fueron como susurros de viento, o en los sueños de los mortales, ninguno nos aparecimos en cuerpos divinos, no, no podíamos quitarle importancia a aquella criatura que nacía de una mujer y un varón.

-he aquí al heredero de Adán.

La sola mención del desterrado por parte de aquel que llaman Gabriel me provoco una irritación, aun no lo perdonaba y posiblemente jamás lo haría, pero ese hijo de hombre era descendiente de Adán y de Eva, pero en su sangre corría el espíritu de Dios, era un hombre, tan solo un hombre.

-ya veremos si es digno de llamarse hijo de Dios

Fue lo que dije, esa noche no hubo tanta concurrencia mortal como muchos quieren hacer ver, fue un nacimiento como cualquier otro, los sabios, los magos y los reyes llegaron a rendir tributo años después, el hijo del hombre creció como cualquier niño, aprendiendo sus leyes, aprendiendo a ser uno de ellos, tal vez destacan uno que otro evento en el que hablo de más para su edad o demostró mayor sapiencia, pero decirme que niño no es más inteligente que los adultos.

-lo has seguido todos estos años

El escriba lo llamaban los hombres a aquel que como yo acompañaba al infante a donde quiera que iba, él lo protegía de los peligros, de los leones en el desierto, de los guardias en la ciudad, era su guardián, aun que se suponía que ese era mi deber. No aceptaba que Elohim se hubiera encarnado en un cuerpo de hombre, que caminara entre ellos, que se dejara ver, para mí era tan solo un niño, cuando llegara el momento me revelaría su naturaleza y entonces tendrían por seguro que hasta yo el príncipe de príncipes, el gobernante de la tierra, me arrodillaría ante Elohim.

-¿qué te sucede?

Cuestionó Ikaro cuando me miro absorto en mis pensamientos aquella tarde en la facultad, los estudiantes merodeaban rumbo a la biblioteca o los salones de estudio, mientras yo estaba sentado en una banca bajo la sombra de un árbol, fingiendo leer un libro.

-nada, estoy bien

Le contesté, pero él nunca me creyó, y quien me creería si hace horas que no cambiaba de página, simplemente estaba ahí sosteniendo el libro mientras mis memorias viajan a tierras lejanas y a tiempos olvidados. No sé si sería mi expresión, esa que siempre pongo cuando hablo de Eloah, una expresión que revela tristeza mezclada con enojo.

-Pensabas en él.

Siempre me ha molestado como los hombres se dirigen a Eloah como si fuera cualquier cosa, supongo que notó mi enfado de inmediato, así que se apresuró a corregir su error.

-Pensabas en Elyon

Afirme en silencio mientras de mis labios salía un profundo suspiro, que no sabía cuánto tiempo llevaba contenido tal vez casi dos mil años, me miro con una triste sonrisa.

-ojalá pensaras en mi como piensas en Elyon

No supe si molestarme por su atrevimiento, o sentir ternura por Ikaro, quería que lo amara tanto como amo a Dios, me puse de pie, deje el libro en la banca y bese su frente sin importarme donde estábamos y que todos pudiesen vernos.

-cuídate

Le dije, mientras recordaba como ya antes me había dicho algo así. En medio del desierto, con el sol cayendo sobre nosotros, pero sin molestarnos siquiera, mientras jugaba con las dunas en el placer que el viento provoca cuando tengo un cuerpo para andar, y él reía de ver mi rostro lleno de paz, el infante dormía en brazos de su madre, por algunos día estaría seguro, así que yo y el más cercano al trono podríamos caminar entre la arena sin preocupaciones, desde que Elohim había nacido ni un solo segundo nos habíamos aparatado de su lado.

-te vez feliz

Me dijo levantándose de la arena y caminando sin dejar huella, se acercó a mí, yo me pare en seco, el viento se detuvo conmigo, me miro a los ojos, mis ojos de fuego vieron en aquellos ojos negros como la noche. Si yo era la luz él era la oscuridad.

-ojalá pensaras en...

No terminó la frase, pues leí sus pensamientos antes de que los dijera, cayó al suelo con la mejilla enrojecida, mi golpe había sido fuerte, a pesar de ser con la mano abierta.

-jamás pronuncies su nombre

Le dije y como ventisca dejé el desierto, él me miro como me iba con la arena, lagrimas salieron de sus ojos, él me amaba, pero yo siempre he amado a Elohim, sobre todas las cosas y sobre ángeles, hombres o demonios.

-de nuevo piensas en Al-Yabbar

Esa voz mientras caminaba me regresó al presente, el corredor de la facultad estaba vació y en el cielo el sol se ocultaba lentamente, volteé buscando a aquel que me cuestionaba, y entre las sombras de los pilares le vi, sus cabellos eran del color del oro y su piel blanca como la crema o la nieve.

-Hace mucho de eso, deberías olvidarlo, ahora tienes muchas cosas más de las que preocuparte

El joven salió de las sombras, a duras penas tendría diez años, pero era obvio que había roto varios de sus sellos a lo largo de los siglos y ahora sabía más de sus antiguas vidas que de su existencia actual.

-"Quién como Dios"

El título que Eloah alguna vez le dio de viva voz, el escucharlo de mis labios hiso que aquel niño se sintiera lleno de orgullo, a pesar de su apariencia, en sus ojos veías el alma del guerrero que habitaba ese infantil cuerpo.

-Eris dirige a los Olímpicos, desean volver a ser dioses y pretenden utilizarte para conseguirlo, seguramente Zeus detrás de todo

Agregó olvidándose de cualquier protocolo, olvidándose de que muchos podrían oírnos.

-aun que pudiera liberarles no lo haría por nada del mundo

Agregue a sus palabras mientras me acercaba a paso lento hacía él, los últimos rayos del sol entraban por la ventana y se reflejaban en mi rostro, acariciando mi piel.

-lo sé, pero quiero asegurarme de que ellos y tú sigan siendo simples hombres

Me sorprendió como se refirió a los mortales, siempre los amo, más que cualquiera, los protegió y los defendió de mi y de todos los dioses, instauro el consejo para detener nuestros abusos, les dio fuerza e inclusive lucho por ellos, pero ahora notaba en casa una de sus palabras que al igual que todos estaba cansado de tener carne y huesos.

-así será

Dije al pasar a su lado, y dejándolo atrás, mientras me alejaba podía sentir en mi nuca su mirada, en otros tiempos hubiera intentado atacarme por no prestarle atención, pero ahora no tenía armas, fuerza o poder que lo ayudara, era un niño y yo un hombre, un maldito hombre.

-cuida al escriba

Grito cuando yo casi me perdía al dar vuelta en el corredor, volteé a verlo y salió corriendo como un infante que ha cometido alguna fechoría, Ikaro era aquel que se sentaba a los pies del trono, el que apuntaba todo lo que dios nombraba, y el primero contra el que me levante en aquella ocasión.

-"El guerrero" ha venido y a hablado con él.

Sire está en su salón desde donde lo ve todo a través de sus espejos, espejos para ver el pasado, para ver el futuro, para ver el presente, un salón lleno de cristales antiguos como la historia, cristales que reflejan los mundos, los corazones y las intensiones.

-lo sé, lástima que el niño no vivirá más de esta noche

La voz de la dama es seductora para aquel que la acompaña esa noche, Hermes lo llamaron los griegos, el joven tiene ojos avellana y cabellos blancos como las nubes de un día soleado.

-no es muy precipitado hacer eso

Cuestiona el joven, él a penas recuerda cosas de su origen, en primer lugar se acercó a la dama por su amplio busto, por su esbelta cintura y prominentes caderas, aquella mujer le enseño los secretos del mundo y le reveló su origen divino, y ahora él le sirve como dolofónos, como alguna vez le sirviera al dios Zeus.

-No dejare que nadie se interponga en mis planes, aun que sea solo un niño, es un ser poderoso, encárgate de él.

Las palabras de la dama son fuertes y seguras, el mensajero sabe que no le queda más remedio que seguir las indicaciones y hacer su papel de Psicopompo. La noche se cierne por completo y en la carretera una familia viaja con tranquilidad, un hombre, su mujer y su hijo de diez años, el camino parece tranquilo, cuando aparece una figura en medio de la carretera un hombre con sombrero de ala ancha y un báculo en su mano izquierda, por no embestirlo salen del camino, dando vueltas el vehículo se destroza lentamente, chocando contra el duro suelo de cemento, girando dentro de él los cuerpos parecen percibir todo en cámara lenta, la sangre y los golpes se multiplican, el niño contempla todo horrorizado, pero en un segundo todo se detiene.

-demonios

Dice Railer en su habitación mientras el vaso en su mano se rompe en pedazos, lo suelta de inmediato y este no termina de caer al suelo cuando el pelirrojo ya ha desaparecido de la habitación, el sol sale por el horizonte, el primer rayo toca los cuerpos inertes sobre el suelo, el auto a caído en una zanja cercana al camino, los cuerpos a salido disparados del vehículo, no tienen vida, cuando la luz toca la piel del menor, el cuerpo inerte da un sobresalto y un respiro se escucha profundo llenar sus pulmones, su corazón ya no late, y aun así sigue vivo, abre sus ojos con dificultad, el sol le da en la cara y a su lado de pie un hombre le extiende la mano.

-lo siento he llegado tarde

Dice sin más, el niño entiende lo que ha sucedido, no quiere ver los cuerpos de sus padres, solo toma aquella mano, se incorpora y desaparece con aquel hombre que camina hacia la luz.