4 de junio de 2010

Otra Historia Equis: episodio II

Personajes Principales II:

Rojo pasa a ser Ian
Negro pasa a ser Letum
Azul pasa a ser David
Morado pasa a ser Ikaro



Episodio II

Sus cabellos negros están acomodados marcialmente hacia atrás, su piel blanca reluce con el brillo del sol, su masculina pero bien cuidada mano sostiene el cáliz de cristal cortado, mientras en un suave movimiento enfría el contenido con un cubo perfecto de hielo, aquel joven simplemente luce perfecto desde la puerta de su oficina, muebles de caoba, pisos de nogal, paredes laminadas de roble, el aroma de la madera llenándolo todo, el estilo clásico del mobiliario te conduce de inmediato a otra época, una donde los hombres eran caballeros y el mundo les pertenecía.

-quiero mi compu…

El alarido de tristeza rompe la marcialidad de la habitación, de inmediato los dientes del elegante joven de traje negro se presionan con fuerza, mira al otro joven que esta tumbado en su sillón de piel carmín frente a algunos metros de distancia.

-acabas de ganar una cuenta de doscientos mil pesos mensuales por un año y no puedes dejar de pensar en tu estúpida computadora

Sus ojos negros se ciernen como halcones dispuestos a devorar a su presa, pero a Ian el joven pelirrojo no le importa lo que Letum tenga que decir o que lo mire con sus ojos que helarían hasta el mismo infierno.

-eres LENNNNTUM... o ¿qué?

El nombre transformado en insulto y en sima entonado lentamente para recalcar la expresión molesta aun más al dueño de la oficina, quien de un ágil y rápido salto pasa el escritorio y en segundos se encuentra sosteniendo al pelos rojo de la camisa color vino.

-¿cómo me llamaste?

Dice con tono molesto hasta el fondo de su alma y con fuego aniquilador en sus ojos, Ian ni se inmuta ante aquella apariencia tan demoniaca, solo saca la lengua y frunce el seño, el pelirrojo está molesto porque el otro no se da cuenta de su dramática perdida.

-L-E-N-T-U-M

Deletrea mientras fija sus ojos rojos en los del otro, ese gesto tan simple, de poder sostenerle la mirada, desarma al de cabellos negros, a Letum nadie lo miraba a los ojos, decían que su mirada era oscura, siniestra, que inspiraba temor, ni su madre quería verlo a los ojos, solo hubo alguien que lo miró fijamente a los ojos, Nana, la abuela de Ian, y al parecer el pelirrojo había heredado la fortaleza de su abuela.

-ven vámonos

Dice el de ojos negros, mientras suelta la camisa de Ian y toma el negro saco del perchero junto a la puerta, después de ganar la cuenta son merecedores de un día libre.

-pero mi compu

Protesta el pelirrojo como esperando que Letum tuviera una respuesta a su descuido de esa mañana.

-te invito un trago

Ian mantiene su mueca de desagrado, pero mientras el de cabellos negros invite, el pelirrojo no negara nada.

-no sirve

Dice Ikaro mientras relee el escrito que aparece en su pantalla, 500 hojas sobre la destrucción inminente del ser humano dada su naturaleza autodestructiva, sustentado finamente con aportes de Nitzsche, Unamuno, Schopenhauer, Heidegger, Jaspers, Satre, Kirkegaard, entre otros, pero a pesar de la maravillosa prosa, la facilidad de entendimiento, la simple explicación no deja de agradarle al chico de cabellos morados. Sus ojos violeta contemplan cada una de las más de 300 mil palabras, las estudia, las relee y en un rápido movimiento de dedos, la hoja en la pantalla vuelve a quedar inmaculada, como hace quince días había estado y como un mes antes de eso había estado y así sucesivamente desde hace 2 años que había empezado a escribir ese libro, la idea era clara, las palabras, la facilidad con que se expresaba era lo que no le satisfacía.

-demonios

Dijo el joven, cerrando sus cristalinos ojos color purpura, y soltando un suspiro tan profundo como los lamentos de la muerte el joven se levanta del escritorio, mira a su alrededor el mar de libros y notas, de referencias y revistas que le han dado una visión sobria del destino del hombre y que lo han impulsado a dar una explicación metafísica de este fenómeno de destrucción masiva, resignado por su actual derrota Ikaro abandona la pasividad de esa habitación, su esquelética figura pálida como la hoja donde resaltan sus notas, se mueve sigilosa, sin emitir ruido alguno, como un espectro que se desliza por la liza superficie del departamento.

-esto no funciona, tiene que haber otra manera de expresarlo, sin sonar, deprimente, triste y porque demonios se entiende.

El joven ha abierto y cerrado de golpe la puerta del refrigerador mientras habla consigo mismo, su voz refleja una molestia absoluta contra si mismo, o mejor dicho contra su escrito, da un trago a la bebida roja que ha sacado el electrodoméstico, disfruta la frescura del liquido, el sabor algo metálico, pero bastante agradable del néctar, un poco resbala por la comisura de su boca, marcando un hilo rojizo profundo que baja por su barbilla y después por su cuello, no se detiene hasta terminar el contenido, la sed era demasiada.

-delicioso

Dice relamiéndose los labios, el contacto con el rojo liquido le ha relajado, cada vez que Ikaro toma ese delicioso néctar, su mente se pone en blanco.

-que… que… tienes en el labio.

Ikaro se extraña de la voz que se dirige a él desde la puerta, volta a ver al orador que lo mira con mueca de extrañes desde la puerta y que trata de descubrir que es ese liquido rojo vivo, y ligeramente espeso que baja por la comisura del labio de Ikaro, se miran por un momento, la piel blanca, la seductora forma de moverse, la pasividad de sus movimiento, su inmutable seguridad, son demasiadas las ideas que se mezclan con la fantasía del joven de cabellos turquesa.

-claro olvide que estabas aquí.

Una simple sonrisa maquiavélica, el simple gesto que resalta el color rojizo en una dentadura perlada y de prominentes colmillos, David parpadea un par de veces mientras en su mente ve a Ikaro con sus morados cabellos, con sus ojos violetas, con su blanca piel, vestido con un traje antiguo como el de un conde y en menos de lo que su cerebro puede decirle que eso es imposible el joven se desvanece presa de un miedo irracional.

-qué demonios

Me gustaría decir que Ikaro se movió rápidamente y atrapó entre sus brazos a David que caía pálido e ido, pero desgraciadamente mentiría y faltaría a la personalidad del depresivo muchacho, quien solo observó tranquilamente como el otro azotaba contra el piso, y tras eso hiso falta un par de segundos más para que dejara de ver como el otro permanecía inerte en el suelo de granito.

-como pude perderla, como puede perder mi computadora, mi vida entera va en esa maquina

El de rojos ojos sigue lamentándose el haber perdido su computadora, sigue repitiendo una y otra vez las mismas frases, sin cansarse, sin detenerse, y Let está a punto de perder la paciencia y dar un buen golpe a la boca del pelirrojo, quien parece no advertir el peligro en el que se encuentra, respira profundo, presiona la mandíbula, siente como la sangre fluye hasta su cabeza, como el calor se incrementa, la vista se le nubla, su puño se cierra y su cuerpo se mueve hacia delante, su vista está fija en el objetivo y cuando está a punto de soltar el ataque, una figura pasa detrás del blanco, esbelta, elegante, fresca como brisa, una dama de elegante porte, cabellos castaño claro, ojos almendra, piel dorada, rasgos asiáticos y una belleza incomparable.

-con permiso

Dice el joven poniéndose de pie y abandonando rápidamente la mesa, su expresión cambia instantáneamente, sus ojos se liberan seductores, su piel se relaja, sus músculos resaltan protectores, su porte es seguro y firme, su sonrisa encantadora. Ian lo ve irse, lo sigue con la mirada lentamente, sabe que va tras la joven dama, sabe que ella caerá rendida ante la apariencia de su amigo, y sabe también que lo han ignorado en medio de su drama, así que ve molesto a su compañero que lo ha dejado y un pequeño temblor en su labio le hace hacer una mueca de desagrado.

-lo odio

Dice en voz baja, y suelta un suspiro, conoce a Let, conoce su personalidad, era predecible que el chico iría tras la primera mujer hermosa que se topara, por que otra razón iría a un bar, alcohol hay en su casa, en su oficina y en casi cualquier lugar donde el chico de negros cabellos pase más de tres minutos. Resignado el pelirrojo se levanta, indica al camarero que Letum pagará la cuenta y sale rumbo a su casa, caminando lentamente, para su desgracia va en dirección opuesta.

-¿Qué ha pasado?

Dice David al levantarse, le duele la cabeza, la cual tiene cubierta con un paño blanco, retira el objeto e intenta ponerse de pie, pero aun siente que el mundo le da vueltas, y vuelve a caer en el sillón haciendo que este emita un ligero rechinido.

-ya era hora de que despertaras

Ikaro aparece desde la habitación mirando a su invitado provisional, David se coloca todo rojo al ver al chico y al recordar el motivo de su desmayo, su imaginación nuevamente le ha jugado una mala pasada.

-¿estás bien?

Cuestiona el de violetas ojos y el otro afirma de nuevo con la cabeza, Ikaro le mira extrañado, su pregunta a sido sincera, está preocupado por el inquilino del edificio de enfrente, actúa algo raro, pero quien es él para juzgar a la gente, lentamente se acerca al otro y al estar frente se agacha ligeramente para poderlo ver a la cara, David se siente más que raro, el otro se encuentra muy cerca y le mira detenidamente, tal vez demasiado detenidamente.

-en… en…enserioestoybien

Dice David hablando de golpe y tartamudeando como cada vez que está nervioso, de inmediato evita la mirada de ojos violeta, la mirada de Ikaro le ha parecido muy extraña, misteriosa y algo melancólica. En otra situación tal vez los ojos violeta le resultarían interesantes por la gran cantidad de emociones que parecen encerrar, pero en este momento el de cabellos azules solo puede pensar en una cosa… “Está demasiado cerca”

-no te preocupes, todo estará bien…

La voz de Ikaro retumba en sus oídos, al igual que su corazón late con más fuerza, a la vez que lentamente siente como la sangre se aglutina en sus mejillas, como las manos le sudan y su boca se seca, el violeta habla suave tranquilo, mientras lleva una mano a la mejilla del otro y vuelve a repetir.

-no te preocupes, todo estará muy bien…