15 de septiembre de 2010

The last light of the world

The last light of the world

"Pocas veces miro al futuro...

... por que la realidad es que las guerras de los hombres
no son nada en comparación a las de los dioses"

Eva


¿Cómo termino el mundo?... es lo que siempre preguntan aquellos que acaban de nacer, creen que nosotros lo destruimos, no me importa que crean, yo sé que esperé a que el último hombre muriera antes de empezar a matarlos.

-No entiendo porque siguen luchando no tienen posibilidades de ganar

Grita el general con sus ojos azules fijos en su objetivo, un par de movimientos de su mano y bolas de fuego llueven sobre las hordas enemigas, yo solo miro sentado al filo del peñasco, las sombras bajo nosotros se recuperan con rapidez.

-No piensas mover ni un solo dedo verdad

Me dice con su tono molesto, miro su cuerpo maltrecho por las guerras, pero se empeña a no renunciar a su ultima morada mortal, yo podría crearle un cuerpo digno en cuestión de segundo, pero insiste en seguir siendo parte humano. Salta y me deja ahí en medio del desierto, no teme que lleguen a mi, sabe que con un pensamiento borraría a todo un ejercito, claro si me importara.

-no deberías hacerlo enojar, te quedan pocos amigos

La voz detrás de mi pertenece a la Discordia, hermosa dama de cabellos de viento, y un cuerpo semejante al suspiro, ella recorre la tierra incordiando los corazones.

-que quieres

Es la única con la que hablo, y ella lo sabe y se siente orgullosa de eso.

-te decía que debes tratar mejor a las personas tienes pocos amigos.

Sonrío para mi, me levanto y mirando a sus ojos inexistentes, digo con suave voz.

-yo no tengo amigos...

Atravieso las ondas que la forman y ella se desvanece a seguir manipulando a mis enemigos, le gusta la guerra, se divertía con los hombres y ahora hace lo mismo con los dioses, la mayoría teme a la muerte, pese a no poder morir, la mayoría conserva sus cuerpos de hombre, y por eso son susceptibles a sus engaños.

-solo tengo interesados

Termino mi frase y tal como me había mofado, en un segundo borro el ejercito colina abajo, dejando al general luchando con la nada. Entro a las profundidades de una caberna sobre el peñasco, la he hecho mi hogar y sus afueras han sido escenario de las guerras ocasionadas por aquellos que quieren que reviva a los hijos de Eva.


7 de septiembre de 2010

X

Era de noche aquel extraño día…

El teléfono de la habitación del hotel sonó en repetidas ocasiones, era muy noche como para que fuera de él, muy temprano como para que fuera de la oficina, y uno sabe que cuando el teléfono suena en la madrugada, rara vez es una buena noticia.

-bueno

Dije más dormido que despierto, cansado y algo enojado porque me despertaran de mi apacible sueño, del otro lado del auricular solo se escuchaba una respiración extraña. Algún pervertido pensé y me disponía a colgar cuando una voz profunda me detuvo.

-no cuelgue Profesor, no querrá perder la llamada que cambiará su vida.

Debo admitir que ese comentario gano mi atención, me incorpore y escuche con atención.

-usted creerá que solo es una broma, pero en la mañana recibirá un paquete que le demostrará que esto no es ningún chiste, cuando lo reciba siga las instrucciones y le daré lo que querrá

Después de esas simples palabras se escucho el zumbido de la línea del teléfono, indicando que la llamada había terminado, mire el aparato, quien era el hombre que había hablado, como se atrevía a saber lo que yo creería, y más importante lo que yo querría. Me puse a pensar en la broma un par de minutos, antes de volverme a acostar y restarle total importancia. Sin darme cuenta había sido programado y a partir de ese momento perdería cualquier dejo de voluntad, limitándome a hacer aquello que querían que hiciera.

-Buenos días señor, tiene un paquete

El ruido del mensajero tocando la puerta me despertó a la mañana siguiente, la luz del sol a duras penas empezaba a despejar la noche fuera, el frio de la madrugada se notaba en los cristales empañados y el roció congelado en las plantas del balcón, me levante con pesadez, me coloque la bata y mire el reloj sobre el buro, las cinco cuarenta y cinco de la mañana, muy temprano para un paquete. Y en cuanto mi meditación por la hora termino recordé la llamada, mis ojos se abrieron con curiosidad, el bromista parecía ir muy lejos.

-buenos días

Saludé al joven al otro lado de la puerta, sus ojos verdes llamaron mi atención, me recordaron a un joven de mis años mozos de la universidad, alguien impulsivo y salvaje, que me hiso vivir raras aventuras, miré la caja de casi cuarenta centímetros por veinte y de una altura de diez, un pequeño paquete color rojo intenso.

-dónde lo coloco?

Cuestionó el joven al que le calculé no más de veinte abriles, le indique que lo dejara en la mesa de noche frente a la cama, le contemple mientras caminaba en la habitación, un cuerpo delgado pero trabajado, cubierto por un pantalón de mezclilla y una playera tipo polo de color caqui. Si no fuera porque ahora estaba enamorado, en otra época quizás, no le hubiese dejado salir de mi habitación sin mínimo un beso de por medio.

-gracias

Dije mientras extendía un billete y firmaba la orden de entrega, el chico me sonrió al ver la denominación del papel moneda, sin más preámbulo salió por la puerta tan rápido como entró, al perderse detrás de esta, mi vista regresó hacia el extraño paquete de forma rectangular y llamativo color.

-qué será?

Me cuestioné por un segundo, para después acercarme a la caja y abrirla con la intención de descubrir que había en su interior. Ojalá nunca la hubiese abierto, ojalá nunca hubiera caído en tan extraño juego.

6 de septiembre de 2010

X

Todo inicio temprano aquel extraño día…

Recuerdo que el sol aun no salía en el horizonte cuando ya me encontraba yo de pie, él me miraba fijamente mientras deambulaba de un lado al otro de la habitación, continuaba recostado en la cama, su pecho descubierto dejaba ver sus bien formados músculos, su piel se confundía con las sabanas de lo blanca que era, me detuve un instante viendo como era tan pálida como la tela de lino de la cama.

-Debes salir más al sol

Le dije sin mayor importancia, para recuperar después los segundos que había tomado contemplándole, me volvía loco y aun no entendía la razón, no es el tipo de chico que llama común mente mi atención, generalmente me gustan ilusos, infantiles y sobre todo manipulables. Pero él era diferente a todo eso, era astuto como un zorro, inteligente, agradable, serio y bastante formal, aun recuerdo cuando lo conocí en la cena de la facultad, el doctor no me acuerdo que nos presentó, le mire fijamente como miro a todos los que veo por vez primera, su traje impecable de color azul marino, su camisa perfectamente planchada, aquel cuerpo de adonis y no pude no pensar en que sería un engreído más.

-tienes que ir

Me cuestionó como si me suplicara que me quedara, no entendí ese gesto, yo no sabía que sería la última vez que lo vería, afirme con la cabeza, era un viaje importante, un congreso internacional en el que te invitan como ponente de honor, no es algo que pase todos los días, me mostró una sonrisa apagada, le mire por un segundo y me preocupe.

-todo está bien.

Cuestione, dirigiéndole la mirada, no era su costumbre sonreír de esa manera, con nostalgia, con tristeza.

-si

Contestó con simpleza, se puso de pie y me beso en los labios, yo le regresé el gesto y aleje todo pensamiento de mi mente, me ayudó a subir mis cosas al carro. Vestido solamente con su pantalón de algodón lucía encantador, me sonrió una vez más, besó mi frente, mi boca y mi mejilla.

-te amo

Dijo simplemente, y yo no le conteste…