12 de marzo de 2010

AQMP: Prologo

Aquel que mora en lo profundo...

Prologo

Los sueños son la manifestación de aquellos deseos que reprimimos en el mundo real
Se manifiestan de manera que no causen ansiedad al consciente,
pero de tal forma que puedan ser liberados.
Yo se que los sueños tambien son puertas a otras manifestaciones de la realidad.
Todos soñamos, aun cuando no lo recordemos.

Railer tiene 24 años es un joven profesor de Teología de la Universidad Deus, y como cada mañana escucha la suave tonada de su despertador que lentamente interrumpe su sueño, pero no abre los ojos a pesar de que ha escuchado aquella tonada, a pesar de que el mundo de los sueños lo ha dejado el joven se mantiene lo más que puede con aquel dulce recuerdo de aquel par de ojos verdes, de aquella piel suave y dorada, de aquellos cabellos color chocolate y de toda aquella eternidad que han vivido en un sueño.

Railer abre los ojos cuando el primer rayo de sol se cola por la ventana de su habitación, reflejando su luz en el espejo que se mantiene erguido en la pared frente a la ventana y que lleva la luz hasta el rostro de aquel que permanece acostado por un segundo más, con aquel tono amarillento los ojos de Railer parecen tomar fuerza, se convierten en dos sarzas ardientes, como trozos de carbón al rojo vivo, y puede notarse en esa mirada perdida como el último gramo de sueño se desvanece mientras aquel joven se levanta y queda sentado al pie de su cama.

Hay sueños tan agradables de los cuales no queremos despertar.
Sueños tan desagradables que nos torturan durante días.
Sin embargo al abrir los ojos el sueño normalmente se difumina.
Por que la realidad debe ser más pesada que la ficción.

Lejos de la casa de Railer otra figura se mantiene dormida a pesar del estrepitoso rugir del aparato que anuncia el final de todo sueño, una mano color canela escapa de entre las cobijas y apaga aquel celular dejando nuevamente aquella habitación en un silencio sepulcral, aquella habitación pareciera un mausoleo donde un chico de 21 años reposa sumido en su propia noche, las cortinas de verde oscuro impiden que ni un solo rayo del astro rey se cole por la ventana, Ikaro descansa suavemente en la oscuridad, sus ojos permanecen cerrados y su mente lucha por mantener el sueño, por recuperarlo, pero sabe que a pesar de todos sus intentos, él ya no estará ahí, se habrá marchado con la mañana con el día, su sueño, esa ilusión onírica habrá terminado.

Ikaro ama dormir, lo ama tanto como ama la vida, y de un tiempo cada vez ama más pasear por el mundo de los sueños, donde no hay impedimentos, donde no hay reglas, donde puede ser libre por completo, y sobre todo donde puede estar con él sin quien nadie lo sepa y sin que nadie lo moleste. Y mientras una suave y dulce sonrisa se dibuja en sus labios el chico se duerme tranquilamente, para vivir en su sueño, para disfrutar de su fantasía, aun que sabe que tarde o temprano tendrá que despertar a la vida.

Sin embargo, hay ocaciones, en que los sueños solo son una extención de la realidad.
Una puerta para vivir aquello que las normas no nos dejan vivir en el mundo real.
Hay seres que pueden viajar entre los sueños, modificarlos e incluso hacerlos reales.

La universidad Deus es el centro del saber de aquel pequeño país olvidado en la antigua Europa, una tierra disputada por griegos, romanos, persas, galos y otras cientas de razas que solo ha conocido la muerte, la pasión y a todos los dioses de la tierra. Los jóvenes acuden a ella esperanzados por un futuro mejor, al menos la mayoría. Ikaro es meditabundo, olvidadizo y algo distraido, es como si el joven viviera solo en su mundo, sin embargo no es así, tiene que cumplir con la sociedad, integrarse, ser un hombre. No tiene necesidades, estudia por gusto, algunos creen que ni siquiera tiene metas, pero es que simplemente aquel chico de ojos verdes, cabellos chocolate y piel dorada no es de este mundo, él es diferente.

Railer es uno de los mejores profesores de la universidad, reconocido por enseñar con una gran pasión y narrar los hechos como si él mismo hubiera estado ahí, sus cátedras favoritas son las religiones judeo-cristianas y la mitología antigua, en cada una de sus palabras derrocha tanto detalle, tanto amor que es natural que su clase sea de las más concurridas por jóvenes creyentes y ateos que ven en su estudio una interpretación de realidad que los aleja de la mundana experiencia del mundo material. Railer cree en sus palabras, cuando habla de Yeshúa habla con amor, cuando habla del Dios habla con todo el respeto, temor y fascinación que han conocido los ojos y oídos de los hombres.

Ambos Railer e Ikaro son especiales, son diferentes, no pertenecen a este mundo y lo saben, uno más que el otro, y tal vez por aquel conocimiento es que Ikaro se acerco a Railer, o tal vez solo fueron las parcas que hilando el destino de hombres y dioses los juntaron al final.

-Otra vez llega tarde

Railer interrumpe su discurso cuando escucha la puerta del salón abrirse, las miradas de todos los ahí presentes se ciernen en aquel joven que va entrando, con el cabello alborotado, la mirada somnolienta, la ropa arrugada, pero una encantadora sonrisa en sus labios Ikaro entra a la sala. El profesor no puede verlo en realidad, la luz que entra por las ventanas superiores y que le sirve de iluminación para resaltar le impide ver más allá de una sombra, una silueta que camina por el pasillo hasta el lugar vacío más cercano.

-Lo siento, supongo que me gusta soñar más de la cuenta.

Quien puede ver la sonrisa que Ikaro esboza en ese momento, le perdona cualquier falta, cualquier falla, simplemente es una sonrisa encantadora, llena en apariencia de inocencia, pero en su comisura derecha, si uno es observador, ve un dejo de maldad tan pura que es terriblemente seductora.

-Bien continuamos.

El profesor retoma la compostura que ha perdido con la intromisión de aquel joven y escribe con la tiza en el negro pizarrón, con una letra algo confusa, una frase pequeña extraída del Genesis y con ella continuo su cátedra sin más interrupciones.

Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz.
Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas.
Dios llamó a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche.
Y fue la tarde y fue la mañana del primer día.


1 comentario:

Darla dijo...

muahaha... oh-oh!!

jeje, entonces que se supone que son?
mm, segun parece estan concientes de que son diferentes, pero no los dos saben que el otro tambien lo es... arrrggh si no estuviera tan malinfluenciada ahorita pensaria en algun otro igual/opuesto aparte de luz y oscuridad u_u

(y alegaria un poco de porque railer no es la oscuridad XP )