Cuando Alex entró en mi consultorio lo reconocí entre sueños, con esa impresión de yo te conozco pero no recuerdo de donde, le mire fijamente sería un paciente resistente, su cuerpo y actitudes hablaban de su fortaleza y su dureza, se negaba a hablar, era llevado ahí por su madre, una mujer joven, tal vez muy joven para ser madre de él, la mujer era coqueta y no desaprovecho la ocasión para coquetearme, fui gentil, no me interesaba, ni ella, ni el chico, yo estaba ahí para cumplir mi trabajo. Cerré la puerta e invite al muchacho a sentarse, lo observaba detalladamente, ropas negras, rasgo común en los adolescentes de hoy en día, cabello corto bien arreglado, mirada perdida y ojos cristalinos encerraban una gran tristeza.
-Te escucho
Dije con un tono indiferente, me miro fijamente y por instante entre en su alma, pude sentir un dolor incomprendido, un dolor sofocante, un dolor secreto, apartó la mirada y miro hacia la ventana, estaba cerrada, con las persianas blancas relucientes.
-Todo lo que digas no saldrá de aquí
Le dije con voz suave y haciéndome ligeramente hacia delante, me miraba de reojo, no me miraba a los ojos, no podía, no lo soportaba, se puso de pie y caminó hacia el librero al fondo del consultorio, aquel librero que cubría toda la pared tapizado de libros de psicología, psiquiatría y otras ciencias del alma.
-Soy un mal hijo por eso estoy aquí
Su sonrisa irónica se hiso evidente, era una sonrisa de coraje.
-¿Qué paso?
Pregunte, me miro fijamente, note ira en su mirada, su mandíbula estaba presionada con fuerza al igual que sus puños, pero a pesar de esas apariencias el clima del consultorio, mi instinto y años de trabajo me decían que no era ira, que su alma escondía un gran dolor.
-Ya sabe que paso, todos hablan de eso
Casi grito, me miraba fijamente, no sabía que en cada mirada su alma se desnudaba para mí, me levante y camine hacia él, me miraba sorprendido, suponía que ante la ira yo me alejaría como todos.
-Tal vez, pero quiero oírlo de ti.
Me miro fijamente, estábamos cerca, mi mano estaba sobre su hombro y el me miraba confundido, lo tome ligeramente, conduciéndolo suavemente hacia el lugar, me miro y caminaba suavemente, había roto sus expectativas era diferente a todos, tal y como es mi trabajo.
-Te escucho
Dije una vez que quedamos sentados de nuevo frente a frente, bajó la mirada y comenzó a contar, tenía varios problemas de indisciplina en la escuela, peleas con alumnos, maestros, directivos, el chico no aceptaba los regaños de nadie, ni de sus padres, en la casa llegaba sin ganas de nada, corría de inmediato a su recamara, donde ponía la música a todo volumen y pasaba todo él día.
-y ¿haces algo más?
Cuestioné después de un rato, yo conocía su historia había tenido una entrevista con sus padres y otra con la tutora de la escuela, conocía sus faltas, sus peleas, su irreverencia, pero también había visto en todo eso un grito de auxilio impresionante.
-No he comido nada en semanas, bueno salvo alguna galleta y mucha agua, me da mucha sed, sobre todo en las noches, me llego a tomar litros enteros de agua.
Sonrió al decir eso, era como un triunfo, le mire a los ojos nuevamente y le vi sonrojarse.
-Con tus amigos ¿Cómo te llevas?
Volteo la mirada, mantuvo silencio un momento, su tutora decía que antes era muy social, que era un estudiante modelo, todo apuntaba a una severa depresión, mucho mayor a la que se espera sea normal en un adolescente, ahora parecía no tener contacto alguno con nadie, salvo con un chico, un joven de su clase, que siempre le seguía, aun que ambos eran muy silenciosos.
-No tengo amigos
Dijo secamente para después agregar algo que salía de su mismo dolor.
-La gente no entiende lo que tengo.
Le mire fijamente y le cuestioné seriamente.
-y tú ¿lo entiendes?
Abrió los ojos de par en par y me miro fijamente, sus ojos dorados brillaron por un pequeño instante, antes de sucumbir, bajo la mirada y su cabello negro calló sobre sus ojos, sus hombros, todo su cuerpo decayó, mientras su mirada se centraba en el suelo de madera del consultorio, yo solo le mire.
-No... No entiendo por que, todo era perfecto
Dijo con la voz más baja que su garganta le pudo dar, guarde un silencio, en un momento el chico se abría pero sabía que no duraría mucho.
-Pero ya no importa
Dijo y se puso de pie, su resistencia evitaba que hiciera contacto con ese dolor y yo sabía que aun no era tiempo de abrir de golpe la herida.
-mejorare mi conducta, ya no peleare tanto y cumpliré con mis deberes, mi familia y la escuela estarán tranquilas
Dijo, era inteligente, sabía manipular a todos, inclusive a si mismo, le mire desde mi lugar, nuestros ojos se cruzaron por un corto instante.
-Y tú ¿estarás tranquilo?
Sonrió, lo había descubierto, sabía que podía cubrir las apariencias ante todos, pero ante él mismo.
-eso no importa
Dijo y caminó hacia la puerta pasando a mi lado, se había acabado el tiempo de la entrevista y el reloj sobre mi escritorio lo decía, por eso no le detuve, salvo con unas palabras antes de que cerrara la puerta.
-a ti si, y a él también
Se detuvo un momento fuera de la puerta y una lagrima calló de su mejilla, yo no sabía de que hablaba, solo había sido un presentimiento, una corazonada, y Dios sabe que de inconsciente a inconsciente yo ya conocía su historia.
-Te escucho
Dije con un tono indiferente, me miro fijamente y por instante entre en su alma, pude sentir un dolor incomprendido, un dolor sofocante, un dolor secreto, apartó la mirada y miro hacia la ventana, estaba cerrada, con las persianas blancas relucientes.
-Todo lo que digas no saldrá de aquí
Le dije con voz suave y haciéndome ligeramente hacia delante, me miraba de reojo, no me miraba a los ojos, no podía, no lo soportaba, se puso de pie y caminó hacia el librero al fondo del consultorio, aquel librero que cubría toda la pared tapizado de libros de psicología, psiquiatría y otras ciencias del alma.
-Soy un mal hijo por eso estoy aquí
Su sonrisa irónica se hiso evidente, era una sonrisa de coraje.
-¿Qué paso?
Pregunte, me miro fijamente, note ira en su mirada, su mandíbula estaba presionada con fuerza al igual que sus puños, pero a pesar de esas apariencias el clima del consultorio, mi instinto y años de trabajo me decían que no era ira, que su alma escondía un gran dolor.
-Ya sabe que paso, todos hablan de eso
Casi grito, me miraba fijamente, no sabía que en cada mirada su alma se desnudaba para mí, me levante y camine hacia él, me miraba sorprendido, suponía que ante la ira yo me alejaría como todos.
-Tal vez, pero quiero oírlo de ti.
Me miro fijamente, estábamos cerca, mi mano estaba sobre su hombro y el me miraba confundido, lo tome ligeramente, conduciéndolo suavemente hacia el lugar, me miro y caminaba suavemente, había roto sus expectativas era diferente a todos, tal y como es mi trabajo.
-Te escucho
Dije una vez que quedamos sentados de nuevo frente a frente, bajó la mirada y comenzó a contar, tenía varios problemas de indisciplina en la escuela, peleas con alumnos, maestros, directivos, el chico no aceptaba los regaños de nadie, ni de sus padres, en la casa llegaba sin ganas de nada, corría de inmediato a su recamara, donde ponía la música a todo volumen y pasaba todo él día.
-y ¿haces algo más?
Cuestioné después de un rato, yo conocía su historia había tenido una entrevista con sus padres y otra con la tutora de la escuela, conocía sus faltas, sus peleas, su irreverencia, pero también había visto en todo eso un grito de auxilio impresionante.
-No he comido nada en semanas, bueno salvo alguna galleta y mucha agua, me da mucha sed, sobre todo en las noches, me llego a tomar litros enteros de agua.
Sonrió al decir eso, era como un triunfo, le mire a los ojos nuevamente y le vi sonrojarse.
-Con tus amigos ¿Cómo te llevas?
Volteo la mirada, mantuvo silencio un momento, su tutora decía que antes era muy social, que era un estudiante modelo, todo apuntaba a una severa depresión, mucho mayor a la que se espera sea normal en un adolescente, ahora parecía no tener contacto alguno con nadie, salvo con un chico, un joven de su clase, que siempre le seguía, aun que ambos eran muy silenciosos.
-No tengo amigos
Dijo secamente para después agregar algo que salía de su mismo dolor.
-La gente no entiende lo que tengo.
Le mire fijamente y le cuestioné seriamente.
-y tú ¿lo entiendes?
Abrió los ojos de par en par y me miro fijamente, sus ojos dorados brillaron por un pequeño instante, antes de sucumbir, bajo la mirada y su cabello negro calló sobre sus ojos, sus hombros, todo su cuerpo decayó, mientras su mirada se centraba en el suelo de madera del consultorio, yo solo le mire.
-No... No entiendo por que, todo era perfecto
Dijo con la voz más baja que su garganta le pudo dar, guarde un silencio, en un momento el chico se abría pero sabía que no duraría mucho.
-Pero ya no importa
Dijo y se puso de pie, su resistencia evitaba que hiciera contacto con ese dolor y yo sabía que aun no era tiempo de abrir de golpe la herida.
-mejorare mi conducta, ya no peleare tanto y cumpliré con mis deberes, mi familia y la escuela estarán tranquilas
Dijo, era inteligente, sabía manipular a todos, inclusive a si mismo, le mire desde mi lugar, nuestros ojos se cruzaron por un corto instante.
-Y tú ¿estarás tranquilo?
Sonrió, lo había descubierto, sabía que podía cubrir las apariencias ante todos, pero ante él mismo.
-eso no importa
Dijo y caminó hacia la puerta pasando a mi lado, se había acabado el tiempo de la entrevista y el reloj sobre mi escritorio lo decía, por eso no le detuve, salvo con unas palabras antes de que cerrara la puerta.
-a ti si, y a él también
Se detuvo un momento fuera de la puerta y una lagrima calló de su mejilla, yo no sabía de que hablaba, solo había sido un presentimiento, una corazonada, y Dios sabe que de inconsciente a inconsciente yo ya conocía su historia.
1 comentario:
o.O ya continuo... de hecho ya se salto a otracosa...
u.u no puedo decir que la historia me confunde pero no entiendo todavia que salio mal
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