29 de abril de 2009

Darling

Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando que los resultados sean distintos.

- Albert Einstein

 


“¿De verdad? No lo sabía…”

“Eres lindo.” – “¿Qué? ¿Qué dije?”

“Nada, P-” dos manos pequeñas cubrieron su boca. Los ojos aterrados de la niña le hicieron sentir compasión nuevamente. No había sido su intención hacerle recordar, no era justo vengarse y causar temor en el rostro de esa niña por algo que hacía sin darse cuenta.

 

Tomó las manos de la niña y las usó para alejarla de el. “Princesa… ¿puedo llamarte así?”

 

La joven sonrío y bajo la cabeza a la vez que daba un suspiro de alivio “No es lo que ibas a decir.”

 

Gabriel sonrío, la niña no era ingenua en absoluto. “¿Cómo prefieres que te diga? ¿Ami? ¿Kitty?”

“¿No te gustan porque son lindos e infantiles?”

“Porque no fueron elegidos por ti, ¿en verdad te gustan?”

“…”

“Ai-mee-Kat-rrrina. Aimee significa Amada… Katrina si la llevas hasta su origen es algo sobre pureza.” Y por eso yo supuse que serias ingenua. “Darla solo significa querida así que supongo que Aimee es mejor.”

“¿Ay – mi?”

“Ay de ti.”

 

Ella se rió. “¿Y sobre la sombra?”

“Pensé que había logrado distraerte.”

“Y yo pensé que te estaba ablandando.”

“Absolutamente nada de ingenua.” Gabriel la miraba mientras sonreía de la forma que le hacía entender que la estaba recordando a ella.

“Tu me soportas por que te recuerdo a ella y el no me aguanta porque le recuerdo a ella. Aun no se cual de esas reacciones es la que tiene mas sentido.”

“Ninguna, en realidad.”

 

El estuvo dispuesto a contarle de sus recuerdos, todo lo que sabía sobre el pasado; fue con su ayuda que logró completar la tarea que le encargó Linnda mucho más rápido de lo esperado. Su tarea fue terminar el abecedario de Darla. Aunque eso solo le hizo merecedora de una nueva tarea: debía escribir el siguiente capitulo de una historia de fantasmas con la que Gabriel se negaba a ayudarle.

 

Al final habló de todo menos de la sombra. Cada vez que le preguntaba por la sombra de la que murmuraba en sus pesadillas, siempre lograba evadir o desviar el tema y eso le molestaba. El entendía todo mejor que nadie y sabia el secreto de su nombre; como consecuencia se aislaba para evitar decir algo por error. Ami se sentía responsable por eso. Cuando comparó su nombre elegido por chiste con el de ella, no podía evitar pensar que el estaba perdido en el pasado y decidió salvarlo de eso… aunque a la vez le parecía imposible.

 

Ella se mantuvo seria hasta que el perdió nuevamente su sonrisa. “Esa sombra no te sigue a ti, así que no es problema tuyo.”

“Pero salió de mi.”

“Igual que yo. Eso no significa que debes arreglar mi vida.”

“…”

“Eres solo una niña. Podrías ser un poco mas egoísta y nadie va a culparte por eso.”

“¿Egoísta?”

“Solo tienes que hacer lo que quieras de verdad.”

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